Por Vicenç Guillén, CEO de MĀRS Seguridad
El 16 de octubre de 2025, Iker Casillas presentó ante la Policía Nacional la denuncia por la sustracción de cinco relojes de lujo en su domicilio de La Finca (Pozuelo de Alarcón). No había puertas forzadas. No hubo violencia. No faltaban otros objetos. Fue un robo silencioso, interno, progresivo y planificado.
Un caso que no se explica por la habilidad del ladrón, sino por la ausencia de gestión preventiva.
Acceso, confianza… y tiempo
La principal sospechosa fue Lilian, empleada de confianza desde 2019, que había vivido con la familia Casillas-Carbonero en Oporto. Tras el divorcio, continuó trabajando con Sara Carbonero y acudía semanalmente al domicilio de Iker Casillas, donde tenía acceso libre.
En su casa había un cajón con relojes de alta gama. Además, desde meses antes, el exfutbolista había elaborado un “book” impreso con fotos, marcas y valores estimados de cada pieza. Un inventario gráfico que, según la investigación, quedaba a la vista en un mueble del dormitorio.
Durante el verano, mientras Casillas estaba de vacaciones, los relojes originales comenzaron a ser sustituidos por réplicas de baja calidad.
Un robo quirúrgico que demuestra lo que en MĀRS denominamos “fallo estructural de confianza”.
Cuando la seguridad se da por supuesta, deja de existir.
El relato del autor confeso
Carlos, marido de la empleada e implicado en la investigación, fue detenido el 20 de octubre. Es trabajador en la urbanización donde reside Carbonero y ya tenía billetes para viajar con su pareja a Sudamérica días después.
En su declaración pública, reconoció parcialmente los hechos. Dijo haber vendido dos relojes por 8.000 y 18.000 euros respectivamente, y justificó su actuación por problemas personales relacionados con el juego.
Aseguró también que su mujer no sabía nada:
“Yo soy de mantenimiento, pero hacía funciones de seguridad. Ella no entiende de relojes. Solo me ayudaba sin saber.”
Desde MĀRS Seguridad no corresponde juzgar la veracidad de esa versión, pero sí debemos señalar lo esencial: no se trata solo de lo que se hizo, sino de lo que se pudo hacer.
Un fallo estructural
La casa de Casillas no fue vulnerada por profesionales del crimen organizado.
No fue una operación violenta ni sofisticada.
Fue un fallo acumulado de confianza no gestionada, rutina no supervisada y acceso no controlado.
La confianza no gestionada es la vulnerabilidad más peligrosa.
La investigación, dirigida por la UDEV Central bajo la “Operación Santo”, apuntó desde el inicio hacia alguien del entorno doméstico, con acceso habitual al interior del domicilio.
Acceso. Confianza. Tiempo.
Tres factores que, cuando no se supervisan, abren más puertas que cualquier herramienta de intrusión.
El verdadero robo fue de información
En MĀRS Seguridad sabemos que la mayoría de los actos delictivos comienza con información.
El ladrón que entra sin romper una puerta no lo hace porque sea más hábil, sino porque ya dispone del conocimiento necesario: horarios, rutinas, ubicación de objetos, nivel de supervisión y vías de acceso.
Y esa información, en el caso Casillas, no fue protegida.
Según la investigación, en el interior del dormitorio había un inventario impreso con fotos, marcas y valores estimados de cada reloj.
Ese documento se convirtió en un mapa del tesoro.
No fue el sistema técnico el que falló; fue la gestión de la información sensible.
Por eso, en MĀRS entendemos que la seguridad física y la seguridad de la información son una misma cosa.
El objetivo principal de nuestra área de inteligencia no es reaccionar ante una amenaza, sino evitar que alguien llegue a saber lo suficiente como para crearla.
Inteligencia MĀRS: la información como escudo
En el universo de nuestros clientes, donde el poder adquisitivo y la visibilidad pública son elevados, la exposición va mucho más allá de las cámaras o las redes sociales. Se manifiesta en un flujo constante de datos: empleados, proveedores, rutinas, ubicaciones, fotografías o documentos que, bajo una apariencia inocente, pueden convertirse en vulnerabilidades.
Por eso, en MĀRS aplicamos protocolos donde la protección de la información es el primer anillo de seguridad:
- Clasificación de información sensible: qué puede saberse, quién puede saberlo y cómo se comunica.
- Análisis de entorno y acceso: personal doméstico, mantenimiento, seguridad privada, todos verificados, evaluados y monitorizados de forma continua.
- Inventarios digitales con acceso restringido y trazabilidad cifrada, nunca impresos ni visibles.
- Control de metadatos y filtraciones pasivas: desde fotografías publicadas hasta documentación olvidada.
- Contramedidas de inteligencia: detección de patrones, rutinas, movimientos o intereses inusuales en el entorno cercano.
Esto es inteligencia preventiva aplicada.
No es vigilar a las personas: es proteger la información que da poder sobre ellas.
Enfoque MĀRS: prevención invisible, inteligencia
En MĀRS Seguridad trabajamos con perfiles donde la pérdida de un reloj puede ser anecdótica, pero la pérdida de confianza o reputación es inasumible.
Y eso solo se evita con un sistema global que combine tecnología, procedimientos y análisis humano.
Por eso, más allá de la alarma o la cámara, nuestra protección se construye sobre tres pilares:
- Anticipación operativa: detectar antes que reaccionar.
- Gestión de confianza: validar continuamente a quien tiene acceso.
- Control informativo: saber exactamente qué información se genera, circula y permanece.
En MĀRS Seguridad trabajamos precisamente para evitar que esto ocurra: diseñamos entornos seguros, donde lo que no se ve es lo más importante.


